Lo primero que tienes que saber es que, aunque tanto pubertad como adolescencia te den escalofríos por igual, por definición son cosas diferentes. Así, yendo al qué es, cabe decir que la pubertad es la etapa inicial de la adolescencia, que es el cambio de la niñez a la fase adulta. En esta etapa se producen toda una serie de cambios físicos y psicológicos en nuestros niños que los convierten en un gran reto para nosotros.

A nivel físico, por ejemplo, evidentemente, su cuerpo se desarrolla y empiezan a sentir curiosidad por la sexualidad, ya que en esta etapa tienen las hormonas a flor de piel. A nivel psicológico se vuelven más impulsivos y pasan a centrarse en sus iguales para intentar solucionar sus problemas y buscar apoyo. Hasta este momento los padres éramos los iconos a seguir, a partir de aquí se decantan por sus amigos, pues creen que nosotros no los entendemos y que ellos, al estar pasando por lo mismo, sí.

Admitámoslo o no, todos los padres sentimos miedo ante la llegada de la adolescencia. Sabemos que nuestros hijos experimentan cambios y entre estos cambios está uno que nos importa demasiado: el de nuestra figura. Pasamos de ser su icono a los plastas que les echamos la bronca por todo a quienes no quieren ni parecerse. Una vez pasan esta etapa suelen volver a ser los hijos cariñosos que eran, pero ya con apariencia adulta.

Por otra parte, empiezan a vivir todo de forma exagerada, se vuelven egocéntricos y creen que todo gira a su alrededor. Viven en una continua fantasía, exageran sus sentimientos y se sienten los únicos protagonistas de su historia. Así, empiezan a preocuparse mucho por su físico y su apariencia física (de ahí que en esta etapa surjan muchos problemas relacionados con la alimentación, como la anorexia y la bulimia) y cuando se enamoran… ¡ay, cuándo se enamoran! Sienten que esa historia es para siempre, que nadie nunca ha podido sentir algo tan grande como sienten ellos por la persona amada y ya se imaginan en el altar y juntos para toda la vida.
Para sobrevivir a esta etapa, intenta no agobiarlos mucho, pero estate siempre pendiente de que sigan el buen camino, aunque dejándoles su propio espacio. ¡Y no te preocupes! Cuando menos te imagines estarán recurriendo de nuevo a ti para que le des consejos.
¿Ya te ha tocado lidiar con esta etapa con tus hijos? ¡Cuéntanos tu experiencia!

Valeria Rubio

Sexóloga con más de una década de experiencia con un enfoque empático y accesible. Combina su formación académica con una pasión genuina por ayudar a las mujeres a explorar y entender su sexualidad de manera saludable y positiva.

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