La píldora postcoital, conocida también como píldora del día después, es un anticonceptivo oral femenino considerado como un método de urgencia. Se recurre a este procedimiento cuando, tras tener relaciones sexuales en las que otros medios anticonceptivos fallaron, se desea evitar un embarazo.
En España hay diferentes modos de conseguirla. Por un lado, en caso de que sea necesaria su administración, se puede acudir a un Centro de Planificación Familiar, lugar en el que, tras una pequeña consulta con el médico especialista, suele suministrarse la píldora gratuitamente. Sin embargo, es posible, de forma independiente y sin receta, visitar una farmacia y comprar el medicamento por, aproximadamente, 20 euros.
Su libre administración supone, en la actualidad, un tema controvertido ya que los menores de edad —de entre 12 y 17 años— no requieren autorización (esto es aplicable en aquellos supuestos en los que no se interprete que el solicitante carece de capacidad para comprender dicho acto).
La píldora del día después debe tomarse cuanto antes, con un máximo de 72 horas tras la práctica sexual. Su efectividad en las primeras 24 horas es muy alta, en torno al 90%, y disminuye paulatinamente hasta el tercer día. Si la mujer sufriera vómitos en un margen de 3 horas, sería ineludible la repetición de la operación.
Por regla general, hay un primer sangrado indicador de que la píldora ha cumplido con su función logrando impedir el posible embarazo; sin embargo, aunque se presenta como un método muy fiable, no elimina al 100% las posibilidades de gestación. Por ello, es fundamental la urgente atención sanitaria de un profesional que pueda aconsejar y valorar las diferentes opciones posibles. Es frecuente que tras ese sangrado (que no es la regla), que el período menstrual se retrase como efecto secundario de su toma. Por eso, debe prestarse especial atención a los síntomas, con la posibilidad de hacerse un test de embarazo pasados los 15 días después de la relación sexual sin protección.
La ingesta de la píldora postcoital, ocasionalmente, provoca efectos secundarios tales como mareos, náuseas, las dichas alteraciones de los ciclos menstruales, dolores en las piernas y abdomen, fatiga e, incluso, sensibilidad en los senos. Cualquier síntoma extremo debe ser consultado con un médico.

Valeria Rubio
Sexóloga con más de una década de experiencia con un enfoque empático y accesible. Combina su formación académica con una pasión genuina por ayudar a las mujeres a explorar y entender su sexualidad de manera saludable y positiva.